Torreón de Hoyales de Roa

Torreón de Hoyales de Roa

Localidad: Hoyales de Roa Las catas arqueológicas realizadas recientemente con ocasión de la restauración del Castillo no permiten aventurar gran antigüedad a la fortaleza de Hoyales por más que su situación orográfica pudiera sugerir otra cosa. Tanto Cardiñanos como E. Cooper, y con ellos Esiquio Domingo, imputan su construcción a Constanza de Avellaneda y a Martín V. de Acuña a finales del siglo XV para defender el señorío sobre la Villa de las acechanzas del Conde de Miranda, que lo quería para sí con el resto de la Comunidad de Villa y Tierra. Con todo, en documento de la propia Constanza se lee “... sobre lo que mi padre tenía construido”, texto que permite pensar en una edificación algo anterior, bien que con la misma finalidad de asegurar el Señorío y signo de poder. A falta de otras referencias documentales, se puede afirmar que los actuales restos del Castillo datan de la segunda mitad del siglo XV, cuando la rama bastarda de los Avellaneda fortificó su jurisdicción sobre la Villa con esta Torre-Castillo y con otras defensas, a las que, según Vegas publicó en 1991, podría pertenecer en origen la torre de la iglesia, bien que esta última afirmación no parece muy verosimil o, al menos, no documentada.Existe tambien la posibilidad de que un callejón de las bodegas pudiera devenir de una antigua trinchera del castillo Siguiendo a los citados Cadiñanos, E.Cooper y E.Domingo, podemos afirmar que el Castillo de Hoyales disponía de una torre del homenaje de 18 m de altura y 11 de largo en sus cuatro paredes, al parecer similares. El grosor de los muros es de 1,75 m, compuesto de sillería exterior en las esquinas y mampostería rellena de piedra, ripios y cal. De cuatro plantas de forjados, las esquinas se rematan con garitones almenados y en el centro de la pared norte (¿también en las otras tres?) un matacán igualmente almenado. Su defensa se centraba en el muro del sur y las trincheras, hoy semidestruidas con las bodegas, en el resto, aventurándose que la puerta de acceso pudiera estar en la pared del Este. Vuelta la Villa de Hoyales a la jurisdicción y posesión del Conde de Miranda en el siglo XVI, perdió toda razón de ser y se fue abandonando paulatinamente con el consiguiente deterioro. Con la base documental existente se puede asegurar que sus piedras forman parte de la ermita (1590 y 1713) de la iglesia (1778), del cementerio (1882), del antiguo lagar de las Ánimas y de alguna bodega. Incluso se comenta que pudieran formar parte de las más antiguas casas conservadas del primitivo caserío. El condado de Miranda paso a la casa de Montijo y, de ésta, a la de Alba, procediéndose en 1883 a la inscripción registral de la fortaleza y otras posesiones en favor de la Casa Ducal de Alba. Venden un año después los duques sus posesiones en Hoyales por 35.000 pts. a don Dionisio Bombín y Veluza, quien, a su vez y por 170.400 pts., vuelve a enajenar las 29 fincas y el castillo a 41 vecinos el pueblo, quienes lo inscriben en la misma proporción en que adquieren los terrenos de labor el 12 de noviembre de 1919. El abandono de esta propiedad proindiviso faculta al Estado para inscribirlo a su nombre en 1967, según expediente administrativo de la Dirección General de Bienes y Derechos del Estado. Por Decreto de 22 de abril de 1949, el castillo de Hoyales goza de protección pública como B.I.C., habiendo sufrido dos restauraciones, en 1986 y 2007, que, además de rectificar los evidentes y peligrosos deterioros de los últimos años, han consolidado las ruinas como símbolo emblemático de la localidad. .

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Iglesia parroquial de Hoyales de Roa

Iglesia parroquial de Hoyales de Roa

Localidad: Hoyales de Roa Aún cuando existen referencias documentales de templos desconocidos, parece probado que la primitiva iglesia parroquial de Hoyales no ocupaba el actual solar, sino otro en las estribaciones del castillo y que pudo ser una ignota y denominada Ermita del Cristo, posiblemente de orden románico. Tan es así que la torre-campanario de la iglesia actual, más que un vestigio de un primitivo templo románico, como se quiere hacer ver, más pudiera sustentarse sobre un resto de la fortificación del primitivo caserío De su fábrica y contenido no quedan sino aisladas notas y posiblemente pertenezcan a ella una talla de la Virgen y un Cristo pequeño, quizás procesional. En 1745 se fecha un enterramiento de dos imágenes viejas, una de ellas sacada en procesión, “por estar ya indecentes” y ser sustituidas. Mas documentación, no obstante, se encuentra sobre otro templo que ya en el siglo XVI se denuncia como pequeño para las necesidades pastorales y que, de una sola nave, constaba de espadaña. A lo cargo de siglo y medio este primitivo templo, corto y de baja techumbre, va ampliándose y sufre notables obras y añadidos de capillas, así como un pórtico que, no obstante, sigue pareciendo escueto para un pueblo que pasa de “cuarenta a cien vecinos”, lo que exige una nueva construcción acorde con las necesidades del momento y con las posibilidades económicas. Así las cosas y después de un intento fallido para el que se presentan dos proyectos arquitectónicos rechazados, parece que el Obispo de Osma, a instancias del Santo Oficio, encarga el proyecto definitivo a Angel V. Uvón con un presupuesto de 90.000 rs. y que, si bien se fecha en 1788, no fue inaugurado sino hasta 1791 después de una ampliación presupuestaria de 37.000 rs. Se trata de un notable templo de planta y obra neoclásica, con tres naves y una prolija ornamentación barroca, una portada y campanario que bien pudieron pertenecer al templo anterior y coronada de una cúpula (la “media naranja”, añadida en 1868) que se apoya en las cuatro columnas del crucero. De sus altares y retablos, merecen la pena el Mayor, manierista, los cuatro del crucero que, aún de autores diferentes, presentan un conjunto armónico de oden churrigueresco, el de San Roque, seguramente recuperado y añadido con posterioridad y el se Santa Bárbara, el único sin policromar. La iglesia ha soportado en sus dos siglos y medios varias restauraciones, siendo la última de 2004, en que se ha cambiado toda la techumbre. Durante la restauración de 1961 y para así dejar constancia venidera, amén de unos frescos de escaso gusto y hoy felizmente suprimidos, se añadió en el frontispicio del presbiterio la leyenda abreviada en latín que, debidamente castellanizada, reza “Fundada siendo Papa Su Santidad Pio VI. Se hizo esta iglesia siendo obispo el Ilmo. Sr. D. Bernardo Calderón, cura el Sr. D. Eusebio Miguel Delgado, mayordomo Francisco Javier González y maestro de obras D. Angel Vicente Uvón. Año del Señor 1778, reinando Carlos III”. De su patrimonio mueble cabe destacar el retablo mayor, de tres cuerpos y tres pisos coronados, en el que se aprecia la imagen de la Asunción sobresaliendo del mismo y de mayor relieve que la de San Bartolomé, seguramente por ser un añadido.Digna de admiraciób es una Cruz lobulada y tetramorfa, gótica del siglo XV, recientemente restaurada, que puede admirarse en el abside, frente a la puerta de la sacristía. Igualmente son de mención el Cristo de los Faroles, que da nombre al retablo lateral izquierdo del crucero, la Virgen del Rosario, San Juan y la pequeña talla del santo titular, ejecutada en estilo barroco y con técnicas de imaginería policromada. También merece la pena el San Roque (ejecutada con las técnicas de "papelón"), quizás la talla más antigua, junto a un pequeño Cristo. Posee otras tallas de menor valor y alguna “virgen de vestir”, toda vez que a lo largo de los últimos 30 años hayan "desaparecido" -en el decir popular- dirversas piezas de orfebrería y el mobiliario antiguo de la .

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Ermita de la Virgen de Arriba

Ermita de la Virgen de Arriba

Localidad: Hoyales de Roa Las devociones populares de los pueblos de Castilla solían cobijarse en pequeñas ermitas localizadas en el extrarradio de los caseríos, muchas de las cuales han desaparecido. Así, en Hoyales hay referencias a la del Cristo, posiblemente ubicada en la cañada de Aranda, donde hoy se conserva una Cruz de piedra desde la que por San Isidro se bendicen los campos, a la llamada “de los griegos”, en la confluencia de los términos municipales de Berlangas, Hoyales y Castrillo, y a la que pudo ocupar terrenos junto a la fuente de La Ventanilla, en el pago que se conoce como “El Santo”. Hoyales, con todo, tiene como celestial Patrona y así la honra a la Virgen de Arriba, imagen “de vestir” que sienta sus reales en las inmediaciones de las bodegas, dentro de una pequeña ermita cuyos orígenes se desconocen pero que ya existía en 1590, fecha en la que algunos señalan su construcción, bien que sin demasiado rigor documental. El sitial de la imagen se halla encavado en un modesto retablo renacentista (¿?) con pinturas de San Gregorio y San Antonio, de vetusta devoción, junto a San Basilio. La declaración de Patrona por parte del Obispo de Osma y fijación de fecha para la celebración de su fiesta (segundo domingo de noviembre) datan de 1818. Se trata de un pequeño templo con una sola nave y espadaña rodeado de un muro cuyo recinto interior procesional fue usado en tiempos como cementerio. Es claro y así se muestra en documentos del siglo XVIII que en las diferentes obras de restauración y ampliación (1713) y quizás también en su construcción se emplearon piedras originarias del Castillo. Es notorio que el abandono de la fortaleza y la desidia condal propiciaron que los restos de ese Castillo y sus fortificaciones sirvieron de “cantera” para la ermita, para la iglesia parroquial y aún en 1882 para el cerramiento del Cementerio, amen de otros usos más espurios. Desde tiempo inmemorial, los enterramientos han estado vinculados al hecho religioso y, por lo que los pagos hispanos se refiere, las iglesias y sus aledaños acogían los cadáveres a partir de la décima centuria. Independientemente de que la plazoleta situada a la izquierda del templo parroquial de Hoyales reciba el nombre de “La Huesera” y de que hasta la década de los sesenta un muro con evidentes restos mortuorios- hoy desaparecidos y esquimadas sus losas para ornato de determinadas propiedades privadas- circunvalase la iglesia, existen indicios más que sobrados para asegurar que el cercado que rodea la ermita fue utilizado como cementerio. Con todo, el origen del actual Campo Santo hay que fijarlo en la Pragmática de don Carlos III (S. XVIII) ordenando por salubridad pública la construcción de cementerios municipales en las afueras de los caseríos. Parece que, en su virtud y cuarenta años después del decreto real, se construyó el actual cementerio, ampliado en 1975, con un costo municipal de 450 rs. Del escaso fondo documental encontrado se puede asegurar que en 1716 costaba una sepultura 14 ducados en la nave central de la iglesia, 7 ducados en las naves laterales y dos ducados las de niños en las capillas. También que Florentina Martínez fue la última persona enterrada en la iglesia y que Manuela Benavente estrenó la necrópolis fuera del templo y que hasta 1822, fecha de inauguración del nuevo, se utilizó como tal y para hasta 13 tumbas el recinto de la ermita. Existe igualmente documentación suficiente para asegurar que el cerramiento del recinto sagrado se hizo, con las debidas autorizaciones del Conde de Miranda, a costa de las piedras extraídas de las ruinas del castillo.

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Itinerarios pintorescos

Itinerarios pintorescos

Localidad: Hoyales de Roa Si el agua ha sido desde siempre “fuente de vida”, el dicho cobra carta de naturaleza en Hoyales a partir de las ubérrimas corrientes del Riaza, del que parten canales y acequias con las que regar la fértil vega, principal fuente de riqueza de la localidad. Nacido el Rio de Aza en la segoviana sierra de Ayllón, su conjunto fluvial compone un paisaje peculiar que, organizado en forma de “hoces” hasta su conversión en burgalés, se convierte en apacible corriente flanqueada de choperas hasta que entrega su vida al Padre Duero. Abraza el Riaza el oeste hoyalense y, llegado a su término municipal, recibe su primera sangría que dará origen al llamado “cauce”, canal artificial de origen ignoto, del que bebe la red de acequias con las que hasta 2010 se ha regado la feraz vega. La falta de documentación sobre este antiquísimo cauce ha despertado el imaginario popular sobre su construcción que muchos imputan al hecho medieval, si bien no falta quien aventura –Anthony Arnhold- la posibilidad de proceder de una aceña de molino romano. En todo caso, se sabe que durante el siglo XVII vecinos de Hoyales y de Berlangas pidieron autorización al Conde de Miranda para construir un canal, que se pagó a terceras partes iguales entre los dos municipios beneficiados y el propio Conde. Un segundo canal, el de Guma o de la reina doña María Cristina, esta vez procedente del Duero y construido a principios del siglo XX a instancias de don Diego Arias de Miranda, a la sazón Ministro de Fomento de don Alfonso XIII, con su correspondiente red de acequias riega las tierras altas del este y del norte, quedando las tierras del sur y los altozanos para albergar las viñas que hicieron de Hoyales una Villa de afamados vinos y que hoy esperan una inyección inversoras que replante los baldíos y construya una bodega.

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